El Himno Nacional Argentino es uno de los símbolos patrios de nuestro país, junto con la bandera y el escudo. No es una simple canción ni un trámite previo a un espectáculo deportivo. Es un símbolo de máxima jerarquía y la expresión condensada de nuestra historia, nuestra identidad y los valores fundacionales de la Nación. Su letra fue escrita por Vicente López y Planes en 1812 y su música, de extraordinaria belleza, por Blas Parera en 1813. Años más tarde, en 1860, Juan Pedro Esnaola realizó una versión más rica desde el punto de vista armónico y orquestal, que terminó de otorgarle la solemnidad y la grandeza que hoy le reconocemos. El Himno es una obra concebida para ser interpretada con respeto. No fue pensado para ser despojado de su estructura ni reducido a un gesto improvisado. Música y letra conforman un todo inseparable. Prescindir de su música, improvisar su ejecución, convertirlo en un acto a cappella o priorizar el lucimiento personal no lo engrandece; por el contrario, lo desvirtúa. Hay símbolos que nos exceden como individuos y que no admiten caprichos ni protagonismos personales. Más aún cuando estas interpretaciones se realizan ante miles de personas y millones de espectadores -entre ellos niños y jóvenes-, porque allí también se educa y se transmite el valor del respeto. En tiempos en los que mucho se relativiza y se naturaliza, vale la pena recordar que los símbolos patrios nos pertenecen a todos y, precisamente por eso, nos comprometen. El Himno Nacional es parte de nuestra historia común, de nuestra identidad y de nuestra memoria colectiva. Cuidar su forma y su sentido no implica rigidez, sino respeto. Tal vez sea esta, a mi humilde entender, una buena oportunidad para volver a escucharlo y para transmitir, especialmente a las nuevas generaciones, que no todo es espectáculo ni improvisación, y que hay gestos que, por su significado, merecen ser preservados con la solemnidad que los engrandece, aun cuando el Himno sea interpretado en eventos deportivos, como una final del campeonato de Primera División del fútbol argentino.

Juan L. Marcotullio                                                          

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